miércoles, 6 de junio de 2012

Eurocopa 2012, nuevo vía crucis para el nacionalismo

El fútbol, junto con la tauromaquia, es uno de esos pocos espectáculos de masas que cuenta con el plácet de la intelectualidad. De Camus a Delibes, de Alberti a Cela, de Miguel Hernández a Vargas Llosa, han sido muchos los pensadores resueltos a barnizar el balompié de respetabilidad intelectual. Esto que algunos aún llaman deporte trasciende las clases sociales; es transversal, que se diría ahora. La cosa más importante de las cosas menos importantes, la guerra por otros medios. Un escenario civilizado donde dirimir las diferencias. Una herramienta de reputación y reconocimiento internacional.

Por eso constituye una de las aspiraciones del secesionismo, una de sus reivindicaciones permanentes. No hay nación que se precie que no juegue un mundial. Antes en la FIFA que en la ONU. 

Y mientras Euskal Herria y Catalunya no cuenten con su propia selección al margen de la española, la ingeniería social exige silenciar, tapar y esconder todo lo relativo a la selección nacional española. 
Cuando caíamos en cuartos ante Corea era sencillo, pero cuando España se proclamó campeona de Europa la cosa ya se puso delicada. Y cuando fue campeona del mundo, insoportable.

El Ayuntamiento de Barcelona –por aquél tiempo en manos del socialista Jordi Hereu– resistió todo lo que pudo, mas cuando La Roja se plantó en Johannesburgo tuvo que ceder y colocar las reclamadas pantallas gigantes en la Avenida de María Cristina. 
Los consistorios de San Sebastián o Bilbao aguantaron el tirón; bilbaínos y donostiarras tuvieron que cantar el gol de Iniesta, como cristianos primitivos, recluidos en salones de hoteles. Vitoria sí cedió al –en palabras del PNV– «patético intento de españolizar» la capital alavesa. En Baracaldo se saboteó la final cortando los cables de la luz y dejando a oscuras a toda una parte de la ciudad. En Tarrasa, patria chica de Xavi Hernández, una suerte de exorcismo, independentista y  purificador, prendió fuego al plasma público que osó conectar con Suráfrica. Cosas del fanatismo. 




El domingo, ante Italia, comienza de nuevo el vía crucis. 
Ajo y agua.




Columna de opinión publicada en el diario La Razón el miércoles 6 de junio de 2012

2 comentarios:

  1. Es una desgracia que en mi tierra, como es el País Vasco, ciertos sectores de la sociedad no entiendan que haya gente que se sienta española, y que pueda querer animar a su selección, al igual que es una lastima que en el resto de España haya gente que no entienda que aquí tenemos una identidad y forma de ser (seamos una nación, una región diferenciada o lo que seamos) diferente a la de su lugar de origen, y que no entiendan que la cultura vasca es tan española como la castellana (y no la castellana la única cultura española).
    Por eso, yo propongo la creación de selecciones nacionales de las diferentes regiones de España, dentro de la selección española absoluta. Algo similar alo que ocurre en el Reino Unido, donde tienen una selección por cada nación, además de otra que engloba a todas las naciones que componen el reino.

    Gracias por esta interesante entrada. Un saludo.

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  2. Gracias a ti, Álex, por leerme. Discrepo de algunas cosas de tu discurso, pero me parece interesante y, como no podía ser de otra forma, lo respeto escrupulosamente.
    Comparto que en España existe cierto, llamémosle así, etnocentrismo castellanista (la generación del 98 tuvo mucho de culpa en esto). Es un error asociar lo castellano, la meseta, con el monopolio de la españolidad. Decía Ortega que Castilla hizo a España... y la deshizo. Y puede que se refiera a esto que hablamos.
    Si seguimos abundando en el asunto, si tiramos de este hilo, aparecerán intolerantes que conciban España como algo homogéneo y uniforme. Yo discrepo. España no es eso. Pero también discrepo contigo cuando te refieres a según qué regiones con el vocablo "nación". Nunca lo fueron.
    Y también discrepo, obviamente, en lo de fragmentar la selección española en pequeñas selecciones. Parece frívolo, pero es una metáfora perfecta de lo que ocurriría si tu propuesta trascendiera lo deportivo y se instalara en lo político: seríamos insignificantes internacionalmente. Juntos, campeones del mundo, separados, comparsas de la globalización.

    Se me viene a la cabeza, por cierto, una frase que ilustra muy bien lo que al principio te decía. Además tiene que ver con tu patria chica (y con la grande, la que nos une a ti y a mi):

    "España son los marinos vascos y las naves castellanas"

    Un saludo y gracias por seguirme.

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