La
televisión pública catalana puso el pasado día once de septiembre sus ocho
canales (Tv3, 33, 324, Sport3, Canalsuper3, Canal3XL, Tv3hd y tv3cat) a
dispoción de la causa de la llibertat.
Desde varios
días antes, el aparato propagandístico (2.100 trabajadores, más que Telecinco y Antena 3 juntas) ya funcionaba
a toda máquina dedicando el grueso de la parrilla a la marxa per la independència. Las transmisiones incluían información
sobre líneas de metro, autobuses y lugares apropiados para el estacionamiento. No
se fuera a perder nadie.
Catalunya Ràdio, la
ràdio nacional de Catalunya (en la Cataluña secuestrada por el nacionalismo
todo es nacional, sean museos, orquestas, archivos, teatros o bibliotecas), participó igualmente de la estrategia
consagrando la mayor parte de su programación a recordar al personal la llamada
de la patria. Y lo mismo los medios concertados. El más concertado de todos (5,5 millones de euros en 2011), La Vanguardia, titulaba a
cinco columnas: “Catalunya dice basta”…
¿Pero basta de qué?
Una reportera
se dedicó a preguntar a los asistentes por los motivos que les llevaban allí. Pulsar la opinión de la calle, que se dice
ahora. Y estos fueron algunos de los testimonios:
• "España nos ha maltratado psicológica,
cultural y económicamente durante 300 años”. (María Teresa Espelt)
• "¡Nos merecemos otro trato!". (Joan Carles Caballero)
• "Ya está bien de ser, como dicen ellos,
cornudos y apaleados y encima ser atacados continuamente". (Cristina Mateu)
• "(…) España está asfixiando a Cataluña
y al final tienes ganas de salir y reivindicar lo que es tuyo". (Esther Valenzuela)
• "Quiero independencia. Estoy cabreada
con España". (Andrea Nieto)
Uno de los asistentes, el otrora hombre de Estado y Español del año Jordi Pujol, un señor
que en Cataluña tiene carácter totémico, se expresaba en los mismos
términos: el actual proceso soberanista constituye una “muestra de rechazo al trato” que España
depara a Cataluña.
Además de las consabidas estelades
y demás ritual identitario, la Marcha sobre Barcelona (que con
tal nombre se promocionó, vaya usted a saber por qué) estuvo cuajada de
mensajes del tipo: “No al expolio fiscal”,
“Basta de genocidio cultural”, “España nos roba”, “Queremos libertad” y otras consignas del estilo.
Los turistas, atónitos, no daban abasto con las fotos.
Preguntaban y se escandalizaban – Oh my
God, unbelievable!- con las respuestas que obtenían. Es indignante que en Europa y en pleno siglo XXI aún haya pueblos
sometidos a semejante colección de abusos, tropelías y humillaciones. Algo
así debieron pensar.
Llegados a
este punto, vale la pena repasar algunas de las vejaciones a las que son
sometidos los nacionalistas por parte del tiránico gobierno de España.
Verbigracia la
misma organización territorial del Estado –ahí es nada-, un traje a medida de
nacionalistas vascos y catalanes al objeto de dar satisfacción, de una vez por
todas, a sus exigencias de autogobierno.
Una estructura
administrativa inédita en el derecho internacional y cuyo nivel de
descentralización hace tiempo que superó al de cualquier modelo federal
conocido.
Veamos. Se acuerda
un Estatut d’Autonomia con toda la
dotación necesaria para desarrollar un autogobierno quasi ilimitado:
Parlamento, Presidente, consejerías, toda suerte de altos cargos, designación libre
de miles de nuevos funcionarios, creación de todo tipo de empresas e
instituciones públicas, un Defensor del Pueblo –Síndic de Greugues- alternativo al común, radios y televisiones
propias, e incluso un Servei Meteorològic de Catalunya, sin duda imprescindible para distinguir las
isobaras catalanas de las del resto de España.
Más. Se
traspasa Sanidad y todo el Sistema Educativo. Y Justicia. Y los Mossos d’Esquadra. Y la Inmigración. Y
Empleo. Y Tráfico. Y una representación internacional de 54 embajadas. Y los Institutos Demoscópicos.
Y los trenes de
Cercanías. Y un derecho civil
particular y difernciado. Y una programación
distinta y en catalán de TVE. Y
una emisora de RNE –Ràdio 4- dedicada únicamente a dar servicio al Principado. Y Agricultura. Y Cajas de Ahorros. Y medio ambiente. Y comercio.
Y capacidad para desarrollar legislación propia. Y los impuestos sobre grandes
superficies. Y los medioambientales. Y de Sucesión. Y de transmisiones
patrimoniales. Y de ventas de hidrocarburos. Y el 50% del IRPF. Y el 50% del
IVA. Y el 58% del impuesto especial de fabricación. Y el 100% de la mayoría de
impuestos especiales. Y la totalidad de impuestos sobre la electricidad. Y la
promoción de los símbolos de identidad propios. Y la protección, impulso y
difusión de la lengua catalana. En la administración, en los medios de
comunicación, en los parlamentos, en las escuelas, en la industria editorial,
en la cinematográfica y en la red. Jamás tuvo la lengua catalana semejante
nivel de reconocimiento y promoción. Nunca antes símbolos y particularidades
culturales recibieron semejante impulso institucional.
¿Basta de qué, pues? Basta de
mentiras, basta de envenenar a unos españoles contra otros, basta de
adoctrinamiento, basta de levantar fronteras, basta de ingeniería social, basta
de victimismo sobreactuado, basta de reinventar la Historia, basta de chantajes
y basta de promover falsos agravios como táctica de poder.
En definitiva, basta de
nacionalismo.
Rafael Núñez Huesca
Periodista – Fundación DENAES
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